Evolución y madurez músical de Maestro Gombau

16 de mayo de 2023 by

Evolución y madurez músical de Maestro Gombau

Etapa de formación (1906-1936) 

La situación artística de España en el periodo en el cual nació Gombau hasta sus 30 años de edad (1936) presentaba tendencias nacionalistas representadas con folklorismo y regionalismo, influenciadas por los compositores más reconocidos de mediados del siglo XX: Enrique Granados, Isaac Albéniz, manuel de falla, joaquín turina y joaquín rodrigo, siendo Falla quien protagoniza con más fuerza en el proceso de renovación musical de España.

En este ambiente cultural es donde Gombau inicia sus primeras obras, las cuales carecían de extensión y asemejaban más a composiciones instintivas cargadas de inspiración artística fortuita, precedidas también por su falta de conocimiento y recursos; los cuales solo unos años después obtendría de sus maestros, allegados y alumnos permitiéndole desarrollar bases estéticas e intelectuales en las cuales construir sus composiciones más exitosas.  

A los 24 años Gombau componía principalmente cantos populares, de los que posteriormente se aleja para finalmente especializarse en el nacionalismo. Este avance se evidencia en sus obras Aires de Castilla o Dos canciones castellanas. 

En 1936 el desarrollo de Gombau es interrumpido por el inicio de la guerra civil: Las fuentes extranjeas artísticas que mantenian a España “al día” son enviadas al exilio, las orquestas se desintegran, los músicos aclamados guardan silencio y el país se aísla. Esto produce un retroceso cultural en España.

La música que rodeaba a Gombau y la que él mismo hacía, seguían siendo composiciones nacionalistas además con aspectos neoclásicos, que por ese lado aún mantenían a España “al día” de las tendencias europeas, pero que estaban tintados todavía de un germanismo postromántico que no acababa de abandonar a España y al corazón de sus músicos. 

Etapa de Posguerra (1939-1945)

Gombau terminó sus estudios en el Conservatorio de Madrid y se mudó a Salamanca en 1939, tomando cargo como profesor de cátedra de piano en el Conservatorio de Salamanca. La música que compone Gombau después de graduarse, muestra un dominio instrumental más profesional y se expresa en obras de mayor extensión. Consiste en el inicio de su madurez como músico.

Sus primeras obras se basan en el nacionalismo, donde recién había acabado la guerra, creando obras como El ballet de Charro. Sin embargo, su evolución personal lo llevó a escribir sinfonías que escapaban de los límites del sistema tonal, buscando la renovación escribió obras inspiradas en poemas, pero hechos sinfonía, como “Don Quijote velando las armas”, una de sus obras más emblemáticas, que exponía el sinfonismo posromántico que lideraba en España de la posguerra.

Gombau participaba de la integración europea. En sus labores como pedagogo alentaba a sus estudiantes a desarrollarse en las corrientes contemporáneas; mostrándose no como un músico de tintes tradicionales (a pesar del nacionalismo de la época), sino uno con una actitud abierta ante las diferentes expresiones musicales.     

Introducción al experimentalismo (1950-1960)

En la posguerra, el serialismo integral fue resultado de las motivaciones de los músicos por continuar desarrollando el serialismo básico que precedía del dodecafonismo. Esto fue duramente criticado durante la época, por ser un estilo de música experimentalista y poco sedimentado. Gombau participó de esta técnica experimentalista, no solo como compositor, sino como guía

Estudió el movimiento neoclasista y la herencia que tenía Igor Stravinski en esta técnica. Expuso sus análisis en las aulas de música del Ateneo de Madrid, llevando a cabo conferencias que acabaron siendo un éxito total, e influenciaron, con la música contemporánea, la mente compositora de los jóvenes de la generación del 51. 

Gombau manejaba un lenguaje musical personal, donde se expande en el área estructural, expresiva y tímbrica; esta evolución puede notarse en sus últimas obras, empezando desde Tres piezas de la Belle Epoque (1959) y acabando años después con Grupos tímbricos (1979). Todo lo que creaba lo hacía con amor por su tierra, integrando composiciones regionalistas a su obra, incluso cuando su tendencia se encontraba ya lejos del nacionalismo.


Gombau habla del avance alcanzado en sus últimas composiciones, citando ejemplos concretos de esta evolución en las obras realizadas en la década de los 50: Siete claves Aragón, (1955); Rondela de cantos charros, (1959), Aviones, (1959) y El cazador y el leñador (1959) como segundo intento serial.

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